Hace un par de semanas mi hermana me preguntó si tenía el libro de “Padre rico, padre pobre” de Robert T. Kiyosaki y se lo presté. En un principio la veía muy motivada y, según esperaba ella por recomendaciones que le habían hecho, este libro iba a ser la guía espiritual y financiera que necesitaba en su vida.
¿Qué es lo que pasó realmente? Que a la semana me devolvió el libro a medio leer diciendo que las premisas que vende son poco realistas y muy difíciles de llevar a cabo, por no decir imposibles. Una reacción que ya he visto en más de una persona y que me ha dado la idea de hacer un pequeño análisis de esta obra.
“Padre rico, padre pobre” es un libro que tiene un objetivo único: Ayudarte a conseguir a la independencia económica lo antes posible. La clave principal es la reducción de gastos, la acumulación de capital a una edad temprana y la inversión a largo plazo para conseguir ingresos pasivos estables.
El problema es que alguien como mi hermana, que tiene 32 años y un hijo no está en posición de llevar a cabo lo que este libro plantea. Sus gastos fijos son enormes y puede prescindir de muy pocas cosas, que son insuficientes para conseguir las metas de Robert T. Kiyosaki.
Cuando tienes 20 años y comienzas a trabajar puedes reducir tus gastos y ahorrar todo para comprar un piso y alquilarlo, montar un negocio o invertir en bolsa. Pero cuando llegas a la treintena y tienes hijos, a no ser que tengas un sueldo muy holgado que lo gastes en caprichos, el 90% de los lectores de este libro pierden su tiempo.
Esto no significa que sea un mal libro porque contiene ideas muy interesantes y arroja cierta luz sobre conceptos económicos que todos deberíamos dominar. Simplemente significa que tenemos que ser realistas con nuestras expectativas porque leer un libro no te va a hacer rico.