¿Te imaginas una obra escrita y guardada en un cajón durante medio siglo sin publicarse? Seguramente sí, pero en este caso, no se trata de una obra cualquiera. La montaña viva es el resultado de un proceso en el que una mujer, se decidió es caminar y escalar la cordillera de Cairngorms durante diez años.
Esta obra ha conseguido ser publicada en diversas lenguas y está siendo considerada como un clásico en la escritura de la naturaleza. Cuando termines de leer este libro, te aseguramos que será difícil, el poder olvidar las sensaciones que transmite cada palabra plasmada en ella.
Se ofrecen entre sus páginas, la relación que consolidó Nan Sheperd con la montaña durante todo el tiempo que estuvo recorriéndola. Una óptica distinta, un enfoque diferente de la naturaleza. Ella no concibe la montaña como una competición, aunque si la entiende como un reto. Nunca se obsesionó con la cumbre de esta cordillera, solo decidió disfrutar del recorrido y plasmar cada detalle observado en cada caminata, cada época, cada ser vivo que observó, todo lo que cambia y todo lo que permanece intacto.
Cabe destacar que el elemento diferenciador de esta obra es la capacidad de observación por parte de la autora. No decimos que sea mejor o peor, simplemente es diferente. La estructura del libro, le permite al lector poder contagiarse y entender tanto la cordillera como el proceso entero.
Pero lo más llamativo es la vida de la autora. Nan Sheperd consiguió a temprana edad, el éxito que muchos escritores no han podido alcanzar en vida. Su pasión por la montaña y la naturaleza, la conllevó a parar, a decidir no publicar más. Un silencio profesional o literario que se unió al silencio necesario para poder observar de forma excepcional todo lo que plasmó en esta obra. Cuando termines el libro, será inevitable el buscar imágenes en Internet sobre la cordillera de Cairngorms, pero te adelantamos que es probable que no quedes con satisfacción al ver las imágenes después de recibir la descripción y aventura de Nan Sheperd.
Entre 1928 y 1933, Nan Shepherd escribió tres novelas magníficas, sus primeras tres novelas, que la hicieron famosa. Muy famosa. Entonces tenía apenas treinta años, pero la acogida de aquellos libros terminaría por llevar su efigie al billete de cinco libras del Royal Bank of Scotland. Después de aquello, como una suerte de Salinger de las Highlands, pasó mucho tiempo sin poder o querer escribir. Nadie sabe muy bien qué ocurrió. Ella tampoco lo supo explicar. Se dedicó a caminar y a escalar montañas. Al cabo de más de una década escribió una obra sobre aquellos diez años que había pasado recorriendo cada rincón de la cordillera de los Cairngorms, una zona con clima polar en el norte de Escocia. Pero no la publicó, no. La dejó en un cajón durante casi medio siglo. Hoy en día, La montaña viva se ha traducido a múltiples lenguas y está considerada una obra de culto, un clásico perdido entre las grietas del canon y un referente de la nature writing. Se trata de un volumen lleno de vida, muerte, cuerpo y tacto, mitad historia natural y mitad meditación filosófica, que recorre paisajes exteriores y gélidos, pero también otros interiores y espirituales. Influenciada por el zen y el tao, Shepherd nos cuenta en este libro cómo aprendió a reconocer la manera en la que se relacionan la mente y la montaña; cómo aprendió a adentrarse entre picos y laderas sin objetivos ni asedios a la vista, como quien visita a una amiga. Poco a poco, el tiempo se hizo otro y también su experiencia de la naturaleza. Probablemente nadie ha descrito la esencia de un paisaje como lo hizo ella, nadie ha captado de ese modo la belleza trascendente de una montaña y del mundo salvaje que la conforma. Robert Macfarlane, uno de los grandes autores de la nature writing actual, reconoce en su prólogo que la lectura de este libro, simplemente, le cambió. A nosotros también, y sospechamos que a muchos lectores les ocurrirá lo mismo.