El peculiar mundo de la protagonista Maggie en El país escondido, es una proposición a una aventura literaria con un profundo fondo, cargado de metáforas que se forjan en los más pequeños.
La pequeña Maggie debe afrontar una realidad dura y algo cruda, pero no tiene intención de asumirla como tal, por ello da rienda suelta a su imaginación. Si como lector estás dispuesto realizar este viaje por un mundo repleto de emociones, te enfrentarás a una lección de valores que son básicos y fundamentales.
La lectura se torna fácil y ágil, pero al final resulta dura, aunque tenga un trasfondo puro y emotivo. Mediante la lectura de esta novela, nos invita a reflexionar sobre todo lo que tienen por enseñarnos aquellas personas que viven mundos de fantasías, ingenuos e inocentes, las cuales sin duda son personas diferentes y si las escuchamos bien, nos aportarán mucho más de lo que pensamos.
Inocencia, ternura, tristeza, valentía y el crecimiento acompañan la lucha de Maggie en su búsqueda por la felicidad. Te aseguro que no podrás olvidar algunas frases de este libro y sea cual sea tu postura al final del libro, te despertará distintas emociones.
Maggie es una niña muy tímida que vive en su mundo, protegida por una fantasía desbordante que entre otras cosas le hace creer que todo lo que dibuja con sus rotuladores mágicos se convierte en realidad. Es una suerte que vea la vida así, ya que su historia es triste: su madre la abandonó cuando era bebé y se ha criado con su abuelo, con el que se siente feliz en su castillo, en una casita diminuta. Pero el abuelo se está olvidando de quién es, padece demencia senil, y las asistentes sociales del ayuntamiento quieren separarlos, enviarlos a cada uno a un centro. Maggie no lo puede permitir, el abuelo es todo lo que tiene, y decide ir en busca de su madre, pues es la única que puede evitar que los separen. Ya no cree que sea una sirena, como le contaba el abuelo de pequeña; una sirena que tuvo que regresar al mar porque no podía respirar fuera del agua. Ha encontrado droga en una caja que le pertenecía y, desesperada, se lanza a las calles de aquel Bilbao de plomo con el propósito de dar con algún drogadicto que la conozca y los conduzca a ella. Afortunadamente, no está sola ante el peligro: la acompaña su abuelo, que disfruta de esa búsqueda por los bajos fondos de una ciudad llena de barricadas como si fuera una aventura fabulosa.
Le ayudarán también un vecino de su edad, tan inocente como ella, y un fantasma que vive en la pared de su dormitorio, con el que comparte todos sus secretos. Cuenta además con el poder de sus dibujos milagrosos, con los que intentará salvar su mundo, un mundo lleno de magia, del que, no obstante, deberá escapar para volver a ser feliz.