Lugares de trabajo para los escritores, donde nacen las buenas historias


Hoy nos hemos preguntado si todos los escritores tienen lugares de trabajo similares, o si por el contrario los escritores más conocidos se suelen decidir por sitios realmente estrambóticos para escribir. Investigando un poco nos hemos sorprendido encontrando pautas similares para ciertos escritores, pero todos con sus particularidades propias. ¿Queréis descubrir donde escribían artistas tan famosos como Stephen King o Agatha Christie?

Hay autores que se deciden por habitaciones con gran luminosidad, pero otros simplemente prefieren espacios que tengan vistas bonitas, pero también los hay que deciden trabajar en sus novelas en espacios realmente abarrotados, tanto que una persona normal sería incapaz de concentrarse en esos espacios. Lo cierto es que todos los escritores coinciden en que en los lugares que suelen elegir como idóneos para dejar volar su imaginación, suelen hacerlo en espacios donde tengan todas sus herramientas de escritura al alcance de la mano.

Nos sorprende por ejemplo Agatha Christie, la cual se decidió por una habitación luminosa, sentada con su máquina de escribir en una mesa semi-redonda, de las de tipo comedor y una butaca mullida sin llegar a ser sillón. Autores como George Orwell o Ernest Hemingway destacan por su sencillez a la hora de escribir, porque simplemente se decidían por habitaciones llenas de libros pero luminosas.

Athur Miller es uno de esos escritores que se deciden por escribir en habitaciones abarrotadas, tan solo iluminadas por su flexo. Al igual que Ray Bradbury, el cual escribía en una habitación tan llena de objetos que aún nos resulta increíble que se pudiese concentrar.

Dos escritores que nos parecen especialmente curiosos son por un lado George Bernard Shaw y por otro lado Roald Dahl. El dramaturgo irlandés Bernard Shaw, sorprende principalmente porque escribía en un cobertizo con grandes ventanas totalmente separado de su casa. Por su parte, el escritor de Charlie y la fábrica de Chocolate, Roald Dahl sorprende por escribir sentado en un sillón, con una tabla apoyada a ambos lados del sillón para estar cómodo y poder dejar volar su imaginación.

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