En los últimos días estoy disfrutando de lo lindo con la trilogía de Cixin Liu “El problema de los tres cuerpos”. Sin embargo, hay ciertos detalles de esta novela que impactan en un primer momento y que provocan cierto “rechazo” entre el grueso de lectores occidentales.
El simple hecho de que los nombres de los protagonistas sean chinos hace que al lector le cueste asimilar la información sobre quién es quién en la historia, algo que no ayuda teniendo en cuenta que todos usan el mismo nombre de familia. Otro factor es la localización de la novela, que comienza en una China autoritaria donde percibimos a una sociedad con el cerebro lavado muy cercana a los prejuicios existentes hoy en día.
El nombre del autor ya genera una primera barrera cultural que mucha gente no se atreverá a saltar, un hecho que no hace sino preguntarnos si en Occidente estamos preparados para abrir nuestro mercado literario a autores procedentes del continente asiático. Incluso entre los autores de renombre de Japón, son muy pocos los que tienen una gran base de seguidores en Europa o Estados Unidos, siendo Murakami la excepción que confirma la regla.
Lo cierto es que Cixin Liu tiene entre sus manos uno de los mejores libros sobre ciencia ficción que se han escrito en muchísimos años, con una calidad narrativa y con una trama tan original que sería una pena que se perdiese por las barreras culturales. De hecho, estoy seguro de que si estuviese escrito por un autor americano habría vendido ya 30 o 40 millones de ejemplares y no 5.
Un gran punto a favor es sin duda la traducción, tanto en inglés como en español, los traductores de “El problema de los tres cuerpos” han hecho un trabajo magnífico. Y es que, si habéis intentado estudiar chino sabréis que la forma en la que se expresan los sentimientos, la posición de las cosas y otros detalles son extremadamente complejos de adaptar a nuestro lenguaje y a las expresiones occidentales para que suene natural.