Este libro De Senectute Politica de Pedro Olalla, se ha considerado un breve tratado sobre un tema polémico, el cual ha sido escrito según nuestro punto de vista, de una forma rigurosa, con buen trabajo de documentación, sin dejar de ser reflexivo, con reseñas histórica y escrito de forma destacada.

La última obra del autor está insipirada sin duda alguna, en el célebre discurso de Céfalo incluido en la República de Platón. Dentro de ella, se exponen determinados argumentos con el fin de substraer de la carga desmoralizadora y quizás agobiante, de una etapa en la vida del ser humano: la vejez.

Cicerón contempla la etapa de la vejez como el resultado de aquello que hayamos llevado a cabo durante el transcurso de nuestras vidas, por lo que interpreta que dicha etapa debe alejarse de una época de decadencia para convertirse en el momento con mayor productividad y plenitud en la vida del ser humano.

Pedro Olalla establece un diálogo imaginario con el anciano senador romano, adjudicándose sus consideraciones y exportándolas al contexto actual del campo social y político de nuestra sociedad. A su vez, plantea la necesidad de modificar el concepto que tenemos sobre la vejez, en una época dónde la esperanza de vida aumenta y esto trae consigo, el incremento de personas de la tercera edad en las sociedades mundiales, sin dejar de analizar, el papel que desempeñan estas personas en dentro del escenario político actual.

Otro detalle a destacar de este libro, es la manera en la que se exponen las democracias actuales. Sin duda alguna, reflexiones que obligan a posicionarse a favor o en contra, pero que no dejan indiferente al lector. “…no hay democracia alguna digna de su nombre, por mucho que votemos para elegir representante”. Se invita entre sus páginas, a la tarea de hacer que los seres humanos despierten para poder visualizar con claridad, todo aquello que sucede detrás de este teatro político.

«Es precisamente esa otra consolación ante la vejez – lo que me mueve a mí – a dirigirte ahora esta larga misiva desde Atenas. “Tú has dejado claro en tu obra, al hablarnos de que las dificultades de la vejez no provienen tanto de la edad como del carácter y de la actitud vital de las personas, que envejecer es, en un alto grado, un empeño ético; y yo deseo ahora que reflexionemos sobre si el hecho de que nuestra sociedad esté o no organizada y facultada para posibilitar dicho empeño no hace del envejecer, también, un propósito político”. La senectud ha existido desde que el hombre existe; pero, a diferencia  de lo que ocurría en tiempos de Cicerón, nuestras sociedades han perdido la capacidad de pensar en la vejez sin asociarla a la decrepitud. En esta carta sin respuesta, Pedro Olalla entabla un vívido diálogo con
un pensador de la Antigüedad tan comprometido con el destino de su comunidad como él y, con ello, prueba hasta qué punto el paso del tiempo no siempre significa decadencia.