A través de los libros podemos aprender, podemos entender muchas cuestiones que de otra manera quizás nos serían totalmente desconocidas. De esta manera, a la hora de elegir los libros de lectura juvenil, debemos pretender que sea una lectura educativa, para conseguir que los jóvenes que leen estas novelas puedan sacar algo más que la simple experiencia de leer.

Por desgracia, encontrar lectura juvenil educativa suele ser una tarea complicada, porque en muchos libros encontramos estereotipos repetidos tantas veces que pueden llegar a parecer mantras, así como una serie de roles ya asignados que han de ser evitados. Y no nos referimos simplemente a los roles de género, sino también a estereotipos que nacen en cada historia como si fuesen una parte normal del relato.

¿Os habéis planteado la facilidad con la que se arreglan ciertos problemas en las novelas juveniles? Es como si en todas y cada una de las historias hubiese un hada madrina o un genio que pudiese solucionarlo todo y los protagonistas de esas novelas no se viesen en la necesidad de hacer nada para intentar solucionar esos problemas.

Por supuesto los roles de género están impuestos en muchas novelas juveniles, porque que el protagonista sea un chico hará que la chica que aparezca en la novela como personaje secundario sea simplemente un accesorio y ni tan si quiera tenga una motivación propia por hacer o no hacer determinadas acciones en el curso de la historia de la novela juvenil.

Además, los adultos hemos podido ser observa, cómo en las novelas juveniles los personajes complejos con realidades complejas no son tan usuales como lo serían en las novelas tradicionales. El hecho de que se trate de una novela para jóvenes, no tiene por qué significar que tenga que ser una novela tonta y simple, sino que también se puede mostrar un trasfondo un poco más complejo de los propios personajes y de la historia que los ocupa.