Quién no se ha enfrentado a un viaje largo en transporte público y ha sentido que el viaje se hacía eterno por la necesidad de llenar su tiempo de alguna manera. Cuando viajamos, sobre todo en tren o avión tener un libro a mano es una manera muy recurrente de conseguir que el tiempo pase tan lento, porque nos entretiene y además tiene la capacidad incluso de hacernos perder la conciencia sobre el espacio que recorremos y por tanto también del tiempo que viajamos.

En cualquier caso, las lecturas viajares para muchos son más que una manera de dejar pasar el tiempo, son la escapatoria a los momentos de aburrimiento, en los que el paisaje del otro lado de la ventana ya no nos seduce. Los libros tienen la capacidad de hacernos viajar, y quizás por eso, muchos de nosotros como amantes de la lectura decidamos llevar siempre un buen libro con nosotros.

La elección de nuestras lecturas viajeras no siempre es sencilla, porque luchamos contra nuestras propias ganas de leer y la comodidad de llevar más peso del necesario. Los libros en formato bolsillo son nuestros mejores aliados cuando queremos llevárnoslos de viaje. Pero sin embargo, no es tan sencillo hacernos con el libro que queremos en formato bolsillo, porque nosotros mismos nos cuestionamos hasta qué punto queremos mantener en nuestra estantería, ese libro que tan bueno es, en una edición tan “humilde”.

Los libros que viajan con nosotros además se pueden convertir en pequeños cofres del tesoro, porque hay quien para recordar que ese viaje lo hizo con ese libro, lo adorna entre las páginas con tarjetas de restaurantes a los que fue o con hojas o flores que recogió en ese lugar donde tan buenos ratos pasó. Una manera de conjugar la viada que vivimos y la vida que revivimos en las páginas de los libros. ¿Qué libro has pensado llevarte en tu próximo viaje?