Cuando Ken Follet anunció tras casi 20 años desde la primera edición de “Los Pilares de la Tierra” que iba a transformar en trilogía su obra más importante, fuimos muchos los que nos llevamos las manos a la cabeza y nos temíamos lo peor. Por suerte, “Un mundo sin fin” y “Una columna de fuego” no han sido una decepción.
Personalmente, “Los Pilares de la Tierra” fue un libro que marcó una etapa de mi vida donde la inocencia propia de los 14 años me hizo ver una lectura completamente diferente a la que consigo hoy. Si en esa época lo que más me llamaba la atención era la crudeza del contexto social y los sentimientos del protagonista, una segunda lectura a una edad más adulta me hizo redescubrir un libro totalmente diferente a como lo recordaba.
Este tipo de libros, como los buenos álbumes de música, siempre tienen escondidos nuevos significados entre líneas. Sin embargo, no he tenido la misma sensación con “Un mundo sin fin” y “Una columna de fuego”.
¿Son malas novelas? Ni mucho menos. Si te gusta la novela histórica, donde abundan los detalles descriptivos y ya estás familiarizado con la prosa de Follet, la continuación de “Los Pilares de la Tierra” te proporcionarán incontables horas de lectura satisfactoria. No obstante, la sensación general es que la trilogía está a medio camino entre el interés comercial y la creatividad del autor.
La trama es muy interesante, y aspectos como la guerra de religiones en Europa, así como las disputas por el trono de Isabel Tudor y María Estuardo, se aseguran el morbo suficiente como para enganchar al lector con facilidad. El problema es que el nivel era tan alto con el primer libro, y se ha creado una burbuja de alabanza tan exagerada, que por mucho talento que tenga Follet nunca conseguirá algo igual. Del mismo modo que Michael Jackson nunca fue capaz de crear un disco con mejores críticas que “Thriller”.