Parece ser que el 89% de las empresas de nuestro país han suprimido los regalos de Navidad con los que habitualmente obsequiaban a sus empleados en épocas de bonanza económica. Los recortes suelen empezar por ahí. Creo que es una error.

Está bien reducir el presupuesto, pero sin un pequeño detalle en estas fechas, el efecto pesimista y desmotivador puede resultar más caro a la larga para los negocios.

Hay que ser realista, las grandes cestas repletas de viandas, las copiosas cenas de empresa, incluso las super novedosas decoraciones navideñas, ya no son asequibles, y lo coherente es aligerar de la cuenta de resultados, las partidas que realmente no se imputan directamente a la producción.

Pero hay alternativas que nos permiten disfrutar de esta época especial del año. El secreto está en la calidad, no en la cantidad.

• No se puede asumir una cena. Pues vayamos a tomar un vino con pinchos y paguemos a escote.
• No hay dinero para la cesta. Pero seguro que se puede sacar algún pequeño presupuesto para un detalle que nos recuerde que somos un equipo.
• En lugar de regalar  lotería de empresa, que cada uno compre las participaciones que quiera, repartiendo así el coste entre todos. La ilusión de jugar juntos no desaparecerá.
• Un jefe considerado que sortee entre sus empleados los regalos que reciba su empresa de otros colaboradores, puede suponer un momento divertido y con buena muestra de generosidad.
• Un ‘amigo invisible’ de pequeño presupuesto es incluso más motivador y gracioso.
• Unas palabras, un brindis, un sincero deseo de que las cosas vayan bien para todos y un apretón de manos también tiene efectos renovadores.

Algo hay que hacer para terminar el año y empezar uno nuevo con esperanza y alegría. El deseo de Espacio Lector Nobel es que la esencia de la Navidad no se pierda. Las emociones son muy contagiosas y si las tenemos positivas, hay que contagiar.

¡Buen jueves y felicidades a todos los maestros en su día!