Una novela escrita hace 30 años, Apegos feroces, ya tiene dos años traducida al castellano y nos ofrece una propuesta cargada de temas delicados, en la que no tiene cabida el rencor ni los dramas. Una relación complicada entre madre e hija, la cual se desarrolla en una época distinta a la actual con diferentes perfiles de mujeres y las distintas dificultades que atravesaban en su momento.

Esta historia de memorias se centra en tres mujeres. La madre, la vecina Nettie y la autora. La recia madre ha decidido centrar su vida a la memoria de su esposo fallecido. La vecina insiste en la búsqueda de la felicidad dentro del mundo del sexo y la seducción; ya que se le da bien por su juventud y atractivo. Por último, la autora, se nos muestra en su infancia, analizando y observando todo, con el único objetivo de encontrar el tipo de mujer que quiere ser para el resto de su vida.

Se plasma el crecimiento de una joven que está atrapada entre dos perfiles de mujer, las cuales no son nada parecidas a lo que ella desea ser de mayor. Una difícil relación de amor y odio entre una madre y su hija. Ambas intentan conseguir un punto de consenso que quizás nunca llegue, pero sus apegos feroces, les impiden separarse. Estos apegos que en muchas ocasiones tenemos los humanos, los cuales nos esclavizan y no somos capaces de desechar, aunque nos estén dañando.

Una novela autobiográfica en el que se le muestra a los lectores, el cómo fue marcada la autora por las relaciones que existieron entre las mujeres de sus vidas y sus hombres. Una propuesta sobre el amor como centro de vida, aunque nos empeñemos en que no sea así. Interesante evolución de la protagonista en su transformación de hija hasta la adultez.

Gornick, una mujer madura, camina con su madre, ya anciana, por las calles de Manhattan, y en el transcurso de esos paseos llenos de reproches, de recuerdos y complicidades, va desgranando el relato de la lucha de una hija por encontrar su propio lugar en el mundo. Desde muy temprano, Gornick se ve influenciada por dos modelos femeninos muy distintos: uno, el de su madre; el otro, el de Nettie. Ambas, figuras protagónicas en el mundo plagado de mujeres que es su entorno, representan modelos que la joven Gornick ansía y detesta encarnar, y que determinarán su relación con los hombres, el trabajo y otras mujeres durante el resto de su vida.