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El jardín de los delirios – Ramón Del Castillo


Sin duda alguna, uno de los temas que más promueve debates en la actualidad, es el naturalismo. Con El jardín de los delirios el autor nos propone en dos partes, los debates existentes sobre este sistema filosófico que enmarca a la naturales como el primer y más importantes principio de la realidad, como si ella fuese el origen único y total de aquello que denominamos real.

Mediante esta lectura, se nos invita a dudar de alguna forma de la adorada naturaleza, sin necesidad de convertirnos en malos seres humanos insensibles, solo haciendo énfasis en el enfoque de las realidades construidas sobre la idea de naturaleza, esa derivación de espacios verdes creados por el hombre, en estos últimos años que parece ser una corriente que abarca todo el sector occidental de nuestro planeta.

¿Alguna vez has sentido que escapas de la ciudad y de tu rutina, con tan solo asistir estos jardines y parques dentro de tu cuidad? Pues bien, ese es uno de los planteamientos que nos invita a la reflexión. Parece que se da el escenario perfecto para nosotros que al acudir, se nos genera una sensación de huir de lo artificial para sumergirnos en un mundo natural, pero ¿en realidad es natural?

Una propuesta más que interesante sobre los debates existentes de la ecología en la actualidad. Si eres una persona que te interesa el tema de la naturaleza y la ecología, te recomendamos esta lectura, ya que te aseguramos que al final de la misma, te dedicarás a pensar sobre si estamos intentando conseguir un mito mediante estos conceptos o si por el contrario, cambiando algunos aspectos de nuestras acciones y pensamientos, podemos gestionar y disfrutar de forma idónea aquellos que llamamos naturaleza.

Desde pequeños nos trasmiten una forma de situarnos en el espacio: la naturaleza puede considerarse el lugar de aventuras épicas o el escenario del aburrimiento absoluto; puede ser un lugar para huir de la vida urbana, pero también algo peligroso que evitar.
La naturaleza se ha ido convirtiendo en un objeto de adoración, pero el ecologismo no requiere del culto: la principal razón por la que se promueve el cuidado del medioambiente es egoísta.
La humanidad maneja la naturaleza a su antojo: ha creado una planta electrónica a la que cuidar como un Tamagotchi, vende islas artificiales con la forma de los continentes y sus países y en Nueva York ya existe también el Lowline, el primer parque subterráneo del mundo.

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