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5 cosas por las que los libros electrónicos no podrán sustituir a los tradicionales


Los libros tradicionales o como muchos también los denominan, libros reales, hace unos años parecían abocados a desaparecer por la aparición de los libros electrónicos. Sin embargo, a día de hoy, esa tendencia que se tomaba prácticamente como una predicción no ha sido tal. Por eso hoy, y como nos consideramos unos románticos en lo que a la lectura se refiere, queremos destacar 5 cosas por las que los libros electrónicos no podrán sustituir a los libros tradicionales.

Nunca encontrarás una barra de “cargando/loading”

Sí, aquellos que hemos probado un libro electrónico, detestamos que esa barra de cargando con su correspondiente porcentaje aparezca antes de comenzar a leer o incluso durante la lectura. Sin embargo, esto es impensable en los libros tradicionales y simplemente abriéndolos podemos empezar a leer.

Pueden ser dedicados

¿Os imagináis una dedicatoria electrónica? Sería original, pero también sería un poco fría. Poder tener nuestros libros dedicados, ya sea por los autores, o ya sea por quien nos ha regalado el libro es todo un lujo.

Huelen bien

Abrir un libro e introducir nuestra nariz entre las páginas es un placer que los libros electrónicos nunca nos llegarán a dar. La mezcla de la tinta, con la página y el pegamento mismo del lomo, tienen una fragancia que es irremplazable.

La portada puede decir mucho

Los libros electrónicos tienen muchas ventajas, pero sin embargo se vuelven impersonales a la hora de poder dar a conocer a todos aquellos que lo quieren saber, qué estamos leyendo. Las portadas de los libros dicen mucho y sin embargo en los libros electrónicos carecemos de este placer, suelen ser simplemente fundas que sus dueños el adorno que podemos ver.

¿Para qué están pensadas las estanterías?

Las estanterías en las casas se pueden llenar de casi cualquier cosa, pero, sin embargo, los libros les dan algo más de entidad. Por lo que ¿para qué estarían pensadas sino? Tener estanterías repletas de libros puede ser un gran acierto.

Libros electrónicos “anticuriosos”


Una vez nos hemos hecho a la idea de que en el mercado pueden haber tanto libros tradicionales como libros electrónicos, y que el boom que se suponía desterraría a los libros electrónicos está pasado, queremos analizar con vosotros una característica de los libros electrónicos que no nos termina de entusiasmar, pero por nuestro propio espíritu curioso.

Los libros electrónicos han sido criticados por muchas razones, porque no transmiten la misma calidez que un libro tradicional, o porque en ciertos casos la luminosidad de la pantalla no nos resulta cómoda, o simplemente porque hay quienes no se hacen a leer en la pantalla de un ordenador y siguen prefiriendo los libros tradicionales. Pero hoy, nosotros le hacemos una crítica que se puede suponer mínima, pero sin embargo a nosotros no nos entusiasma. Los libros electrónicos tienen una “protección anticuriosos”, porque viendo simplemente la cobertura del e-book no podeos interpretar de qué libro se trata y en muchas ocasiones ni si quiera tienen encabezado para poder fijarnos en el libro en el que está leyendo la persona que tenemos sentada al lado en el transporte público.

Para muchos de nosotros compartir nuestro espíritu de lectura es casi un placer y esperamos que en general el resto de lectores haga lo mismo y comparta con nosotros su entusiasmo por la lectura con simples gestos como leer en espacios públicos. Ahora bien, dentro de esa misma rutina, a quienes no estamos leyendo, nos gusta ver qué están leyendo los demás, sobre todo porque siempre estamos ávidos de consejos de lectura, incluso si estos son consejos indirectos (por simplemente tratarse del título de un libro que tiene otro lector).

Lo cierto es que para bien o para mal, los libros electrónicos nos protegen o nos impiden ser curiosos y guiarnos por las tendencias que otra gente lee o qué es lo que se lleva en el ámbito literario. Será cuestión de adaptarnos a esta nueva realidad, pero nosotros somos de los que seguimos prefiriendo saber qué es lo que lee ese chico o chica que se ha sentado en el banco de enfrente del parque.