¿A qué pensáis que nos podemos referir con el título de nuestra entrada de hoy? Muchos de nosotros como amantes de la lectura consideramos que las páginas de un libro son relativas ya que la longitud de los libros es proporcional al tiempo en el que tardamos en leérnoslos. Quizás resulte compleja la idea que os queremos trasladar hoy, pero estamos seguros que en vuestro tiempo como lectores habéis experimentado alguna de las cuestiones que os queremos trasladar.

Un libro muy corto que se os hace muy largo

Hay veces que elegimos libros cortos por comodidad, sobre todo a la hora de transportarlos de un lado a otro. Resulta obvio que se nos hará fácil leerlos, al menos en el primer momento que nos enfrentamos a ellos, pero sin embargo se nos hacen libros eternos a pesar de ser pequeños y con pocas páginas. Invertimos, lo que nos parece a nosotros, mucho tiempo leyendo este libro, por lo que se hace increíblemente largo, sin realmente serlo.

Un libro largo que se nos hace muy corto

Y en la otra cara de la moneda, encontramos los libros largos que se nos hacen muy cortos. Esos libros que prácticamente nos los bebemos, porque nos entusiasman tanto que no podemos parar de leer y estamos dedicados a ellos, durante días sin ver más allá. Esos libros se nos hacen increíblemente cortos y son títulos que siempre recordamos con una sonrisa, porque han sido libros que nos han aportado algo y por supuesto no nos ha sido complicado terminar.

Por eso, como amantes de la lectura, podemos decir que la longitud de un libro, cómo de largo o corto sea, dependerá en todo momento de la actitud del lector y de cómo al fin y al cabo haya sido capaz de ponerse con él dedicándose por entero o simplemente pudiéndolo leer a ratos cortos lo que lo dilata en el tiempo de manera incomparable ¿no creéis?

¿Recordáis algún libro especialmente corto siendo muy largo, o un libro especialmente largo siendo de pocas páginas?