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Cuánto leen los españoles


Que no estamos solos en el mundo es una obviedad, pero preocuparnos por cómo hacen las mismas cosas que nosotros aquellos que viven a nuestro alrededor no tiene por qué pasar siempre, por eso nosotros hoy, nos hemos querido acercar a los hábitos de lectura de los españoles, cuánto se lee en nuestro país.

Uno de los datos que más no ha entristecido es el referente a la gente que no lee, porque 2 de cada 10 españoles no leen habitualmente ni tienen hábito de lectura. Parece impensable que eso pueda pasar ¿no es cierto? Pues hay gente a la que no le gusta disfrutar con otros mundos o simplemente viajar a través de las páginas de un libro. Nosotros mismos como españoles tenemos la sensación de que en España se lee poco, o eso opina el 70% de la población, por lo que según nuestra propia percepción España no es un país de lectores.

Los datos sobre el tiempo que dedicamos los españoles a leer, también son muy interesantes, porque más de la mitad de la población española que lee de manera habitual está satisfecha con el tiempo del que dispone para leer. Ahora bien, de nuevo pero esta vez para algo más positivo, 2 de cada 10 españoles consideran que no tienen tiempo suficiente para leer, es decir, les gustaría poder leer más a menudo.

En relación a nuestras lecturas anuales los datos varían bastante porque 15 de cada 100 españoles aseguran que leyeron más de doce libros en el año, 20 de cada 100 habrían leído entre 5 y 8 libros, pero sin embargo hasta 40 españoles de cada 100 no alcanzaba ni los 2 libros de lectura anuales.

Otro dato bastante triste es que el 40% de la población afirma que no lee porque no le interesa o porque le aburre. Pero también los hay, un 23% que afirma no tener tiempo suficiente para leer durante los días entre semana. ¿Y tú te identificas con alguno de estos grupos de españoles?

Viajes literarios a medida


Nuestra pasión por la literatura no se acaba con los libros sino que en muchas ocasiones queremos llevarla a otras facetas de nuestra vida, es por tanto lógico que nos surjan o nos seduzcan ideas como la posibilidad de hacer viajes literarios, pero ¿en qué consisten exactamente los viajes literarios?

Ciertas agencias o compañías de viaje se hacen eco de esta tendencia literaria y ofrecen paquetes de viajes relacionados con la literatura. Pongamos por caso que queremos descubrir la ciudad de Barcelona con los ojos con los que descubrimos la Sombra del viento, seguro que agradeceríamos que alguien nos indicase qué esquina es a la que se refería Ruíz Zafón en el libro o cuál podría ser el portal que escondiese la gran librería de los libreros.

En este caso, con los viajes literarios conseguimos visitar una ciudad y verla con los ojos de ciertos escritores, tal y como ellos la han descrito y cómo se conectan cada una de las partes de esta. En este caso es como si pudiésemos comprobar que la imagen que nuestra mente construía de esa ciudad era lo suficientemente fidedigna, o simplemente cometimos el error de imaginarla de otra manera.

Pero imaginemos además, que dentro de estos paquetes de viajes literarios, nosotros somos quienes decidimos qué escritores o qué obras queremos tener en cuenta a la hora de visitar una ciudad. Porque quizás para ciertos lectores una obra determinada puede ser realmente relevante, pero para tantos otros se trata simplemente de una obra menor. De ahí que los viajes literarios puedan ser a medida y al gusto del consumidor.

El trabajo de documentación que estos paquetes de viaje llevan detrás es enorme, pero seguro que harán las delicias de muchos de nosotros como apasionados de la lectura porque se trata de otra manera de disfrutar de la literatura y de los libros y hacerlo de verdad, casi palpando partes de la historia con la que tanto hemos disfrutado en los libros.

Leer contrareloj, si los libros tuvieran “deadline”


En este primer lunes del mes de julio, os queremos lanzar una duda, una cuestión que realmente nos crea intriga, porque no sabemos cómo podría resolverse. En general, cuando vivimos no desconocemos muchos límites temporales, o fechas de caducidad, o “deadlines” que tendrá nuestra vida. Salvo en contadas ocasiones podemos saber cuándo hemos de darnos más o menos prisa porque una fecha se va a cumplir. Pues hoy, queremos relacionar esa cuestión con una de nuestras pasiones, la lectura. ¿Qué pasaría si nuestros libros tuviesen fecha de caducidad?

La situación es la siguiente, pensemos en un mundo en el que los libros tuviesen fecha de caducidad, no simplemente como la fecha en la que tenemos que devolver un libro a la biblioteca, sino más bien, en el sentido en el que ese libro desaparecerá pasado una fecha. ¿Qué ocurriría? ¿Leeríamos más ante la posibilidad de no poder recuperar esa historia que en un momento concreto tenemos entre las manos? Seguramente nuestros hábitos de lectura serían diferentes.

Si los libros tuvieran “deadline”  leeríamos en muchas ocasiones contrarreloj, pero no en el sentido de una competición, sino más bien en el sentido en el que nosotros mismos querríamos siempre poder terminar a tiempo. Entonces nacerían estilos de lectores que simplemente leería por objetivos, para en un momento determinado poder haber leído todo el libro entero sin preocuparse de que el libro desaparecería. Sin embargo, habría un estilo de lectores más desordenado, que simplemente leería de manera esporádica, pero cuando lo hiciese lo haría sin importar cuánto tiempo llevan sin comer o dormir.

¿Podría resultar que por el hecho de que un libro tuviese fecha de caducidad nosotros, los amantes de la lectura, nos convirtiésemos en devoradores de libros? En ocasiones, si nos cuestionamos este tipo de situaciones, quizás seamos capaces de valorar más aquello que tenemos y cómo lo tenemos. El tiempo es oro, pero la lectura también, así que quizás no dejaríamos la pasar la oportunidad de leer y aprender a cada rato.

Catalogando a los lectores


En alguna ocasión os hemos cuestionado qué tipo de lectores sois, pero lo hemos hecho comparando solo dos tipos de lectores, los que hacen esto o no, es decir, si preferíais el libro a la película o si eráis de los que cuando empezaban un libro no lo dejabais hasta acabarlo. Pero como amantes de la lectura que además comparten sus experiencias con mucha gente, sabemos que no siempre las categorías de lectores a la hora de catalogarlos son tan directas, en realidad el tipo de lector que seas va muy ligado a tu personalidad, así que quizás puedas descubrir qué tipo de lector eres.

Podemos empezar por la clasificación en función de dónde suelas leer. Por ejemplo, hay lectores de cama, es decir, leen siempre antes de dormir o quizás nada más despertarse en los fines de semana, pero siempre en la cama. Los hay que son los lectores en tránsito porque siempre leen en el autobús, en el metro o en el tren. Pero también los hay distintos porque siempre leen en el baño y solo en el baño, al menos esos momentos de tranquilidad que tienen consigo mismos los aprovechan para leer.

Otra clasificación que podemos hacer de nuestros lectores es en base a las relaciones que ellos mismos plantean con el libro o con los libros, es decir, puede haber lectores monógamos que cuando empiezan con un libro no son capaces de leer otro hasta que no lo acaban; y lectores polígamos, que serán aquellos que siempre estén leyendo más de un libro en el mismo período. En relación a los que terminan un libro o no, nos parece realmente curiosa la categoría de los lectores neuróticos, ya que estos se caracterizan por no ser capaces de terminar ningún libro porque siempre andan de flor en flor, es decir, empezando un libro, retomando otro, pero son más de una historia a la vez siempre acaban haciéndose ellos mismos un lío.

¿Qué tipo de lector te consideras tú? ¿Conoces a lectores que te hayan llamado especialmente la atención por su peculiar comportamiento? Los amantes de la lectura siempre son especiales, el libro que llevan entre las manos los hace de otra pasta.

Reenganchándonos al hábito de lectura


Aún siendo muchos de nosotros amantes de la lectura, ocurre que nuestro ritmo de vida no nos permite leer tanto como quisiésemos. Y aunque en ciertos momentos echamos de menos tener esos momentos para leer, con el tiempo pasa a ser un hábito totalmente secundario y solo somos conscientes de que lo hemos dejado atrás cuando vemos a otros haciéndolo. Por eso hoy, vamos a intentar ver con vosotros qué partes podemos sacar de nuestra rutina para hacer hueco a la lectura.

Seguro que hay ciertos momentos de tu día en los que simplemente tienes que esperar, pues bien, esos pequeños huecos son los mejores para que puedas reengancharte al hábito de lectura. Nuestra recomendación en este sentido es que lleves un libro siempre contigo, de esta manera, en cualquier ocasión puedes aprovecha y leer unas cuantas páginas de tu libro y mantener viva la historia del libro en tu mente.

Hace unas semanas os preguntábamos qué tipo de lectores eráis en lo que a abandonar o perseverar un libro aunque no os guste. Pues bien, si te encuentras en la situación en la que no tienes demasiado tiempo para leer, no malgastes el poco tiempo que tienes leyendo algo que no te gusta. Si eres de los que siempre intenta llegar hasta el final con los libros, piensa que ese libro que dejas a medias, siempre tendrás tiempo de recuperarlo porque quizás no sea el libro sino tu estado de ánimo o tu ritmo de vida el que no encaje con el libro.

Otra de las recomendaciones que os hacemos desde el Espacio Lector Nobel es que os intentéis alejar un poco de las nuevas tecnologías. Estamos demasiado conectados a ellas, ya sea el móvil, la televisión o el ordenador. Por lo que para hacer hueco a los libros hemos de optar por dejar a un lado las nuevas tecnologías que día a día nos invaden. En este sentido es muy importante que dejes el móvil lejos de ti en el momento de la lectura para que evites por todos los medios una posible distracción.

Una excusa para disfrutar del buen tiempo, una excusa para leer


Muchos de nosotros aprovechamos la excusa del bueno tiempo para hacer lo que más nos gusta: leer. Sí, en estos días en los que el sol siempre está presente pero aún no hace demasiado calor buscamos los mejores rincones de nuestras ciudades para poder leer tranquilos. Algunos de nosotros incluso llegamos a convertir este hábito en un hobby, la búsqueda del mejor sitio de lectura.

¿Por qué decimos que el bueno tiempo es una excusa para leer? Porque simplemente nos gusta la rutina de tener que elegir cuál será el lugar más oportuno para leer. Necesitamos un sitio fresco pero no demasiado, con sombra pero a la par cálido. Hay quienes nos decidimos por hacer una búsqueda a pie del sitio más idóneo en los parques, pero hay otros que ya tienen hecha su elección antes de salir de casa.

Lo cierto, es que este tiempo nos invita a compaginar dos de nuestras actividades preferidas, salir a caminar y leer. No siempre las combinaciones las encontramos en los parques o en el campo, sino que a muchos de nosotros nos gusta explorar la ciudad en busca de una buena cafetería que nos ofrezca tranquilidad y buen café para disfrutar de nuestro libro. Porque como os hemos dicho en otras ocasiones, el café y los libros son una de las mejores parejas de la literatura.

¿Pero y los que aprovechan las escapadas de primavera para leer? Porque algunos de nosotros cogemos medios de transporte de larga o media distancia para visitar a amigos o para disfrutar de otros paisajes. Ahí, ya sea en el tren, en el bus o incluso en el avión, viendo la vida pasar a través de la ventanilla también nos dejamos llevar por el placer de la lectura.

Podéis llamarlo adicción, sí, podemos incluso considerar la lectura como casi una droga para nuestros sentidos. Necesitamos  sosegarnos y llenarnos con la lectura y para ello somos capaces de buscar cualquier excusa, como ahora el buen tiempo, para disfrutar de un buen libro.

Quedadas literarias entre los amantes de la lectura


Leer suele ser una actividad solitaria, quienes lo hacemos a menudo somos conscientes de que en ciertos momentos nos falta socializar y poder compartir lo que leemos. Precisamente de esta extraña necesidad de compartir nuestra experiencia lectora es por la que nacen las quedadas literarias.

En la mayoría de los ocasiones quienes promueven este tipo de quedadas son las propias librerías, de esta manera dan visibilidad a su negocio y consiguen atraer a más lectores hasta sus establecimientos ya que aportan un plus, un valor añadido a la propia actividad de lectura. En estas quedadas literarias se pueden reunir grupos de lectores para hablar de una novela concreta, pero también pueden compartir ideas u obras de un determinado género. En ocasiones estas quedadas literarias se proponen con la excusa de recitales de poesía, o incluso con ocasión de una firma de libros en la que los propios autores de una novela dan una pequeña charla presentando su libro y acercándose a sus seguidores.

Lo cierto es que las quedadas literaria entre los amantes de la lectura triunfan en muchas ciudades, son la excusa perfecta para conocer a otros que comparten nuestra misma pasión, la lectura. Pero además a las librerías les da la oportunidad de ser espacios distintos, espacios de cultura donde agrupar a quienes disfrutan de la literatura.

Dentro del ámbito de las quedadas, resaltan las quedadas literarias no solo físicas, sino también las quedadas literarias virtuales, a través de Internet. Las quedadas literarias virtuales suelen ser foros de debate para que todos los que quieran puedan compartir sus ideas acerca de la lectura de una novela y conocer a cualquier persona de otro lado del planeta que quizás tenga la misma inquietud literaria.

Son muchas las cuestiones que se plantean alrededor de un libro cuando ya lo hemos leído, por eso es lógico que nos sintamos atraídos por la idea de poder compartir esas preguntas con otros lectores a través de las quedadas literarias. Cuando compartimos crecemos, he ahí una gran razón para que apoyemos las quedadas literarias entre los amantes de la lectura.

¿Por qué página me había quedado? Marcapáginas para cualquier lector


Se acabó el tiempo de doblar las esquinas de las hojas de los libros para recordar por qué página te habías quedado. Ya no hay excusa para que digas que no tienes nada que utilizar como marcapáginas, cualquier cosa te valdrá pero día tras día el mercado literario nos sorprende con nuevas ideas de marcapáginas originales.

Los marcapáginas son uno de los mejores complementos de los libros. Todos en alguna ocasión nos hemos visto faltos de un marcapáginas para poder seguir luego con nuestro libro y sin embargo no saber qué utilizar. Es cierto que en esos momentos echamos mano de cualquier cosa como el ticket de compra del supermercado, la tarjeta del restaurante al que fuimos la semana pasada, un postit o simplemente un envoltorio de un caramelo. Los hay que utilizan de marcapáginas lápices o bolígrafos, pero debéis de saber que eso es algo arriesgado porque se pierden con facilidad y pueden incluso manchar las páginas de nuestro libro.

El ámbito de los libros nos ofrece muchas ideas divertidas como marcapáginas, los hay típicos como simplemente un trozo de papel con motivos divertidos, pero también los hay hechos con figuras planas de metal o de madera. En algunos de estos últimos se innova tanto que incluso se ha ideado un método para poder marcar no solo la página sino incluso la línea por donde te quedaste.

¿Conoces los marcapáginas esquineros? Son uno de los marcapáginas más populares en la actualidad. Los marcapáginas esquineros nos permiten tener nuestros libros con motivos originales, como corazones o casitas. Para los más pequeños los marcapáginas esquineros pueden formar parte del cuento que se están leyendo puesto que hay marcapáginas esquineros que simulan ser monstruos con dientes afilados.

La elección de nuestro marcapáginas hace que el momento de lectura sea incluso más especial. Cada lector tiene sus propias preferencias respecto del marcapáginas a utilizar, lo cierto es que los que somos amantes de la lectura siempre llevamos uno encima porque quién sabe si ese día podemos empezar un libro del que tanto habíamos oído hablar.

¿Te sientes identificado? Entonces eres un amante de la lectura


Los amantes de la lectura, como tales, tenemos una serie de problemas comunes. Es decir, hay una serie de patrones que se repiten en todos nosotros. Estos problemas, o digamos manías, nos hacen especiales pero a la vez nos unen entre nosotros porque solo entre los amantes de la lectura nos podemos entender. Hoy desde Nobel os vamos a contar cuáles nos resultan más curiosos ¿te sentirás identificado como buen amante de los libros que eres?

Algo por lo que siempre se nos puede identificar es por tener en todo momento un libro con nosotros, puedes preguntarnos por la calle, que seguro llevaremos en el bolso o en la mochila nuestro libro para poder aprovechar cualquier rato libre y leer aunque sea un par de páginas. Unido a esto, no podemos parar de leer, es como una adicción, nos sentimos atraídos y llamados por los libros de una manera extraña, la cual nos lleva a no despegar la vista del libro haciéndonos incluso llegar tarde a los sitios. Si eres un amante de los libros y vives en una gran ciudad, seguro que en más de una ocasión te has pasado de parada por estar leyendo sin descanso.

Cuando un libro nos entusiasma tiene la capacidad de hacernos perder el sueño. No en el sentido estricto de la expresión, tal como perder el sueño por no poder leer, sino que al leer nos acostamos más tarde por no saber dónde parar. Seguro que has experimentado esa sensación en la cual te dices a ti mismo que pararás cuando empiece el siguiente capítulo, pero lo que haces en realidad es comenzar con las primeras líneas solo para ver cómo seguirá y al final no saber dónde parar porque te has leído prácticamente ya medio capítulo.

Otra de las situaciones clásicas entre los amantes de los libros es que nos solemos quedar sin espacio en las estanterías, ya no sabemos qué hacer con nuestros libros y acaban acomodados en cualquier rincón. En esos momentos siempre acabamos pensando que lo de “el saber no ocupa lugar” siempre fue una gran mentira.

¿Y tú de quién eres? ¿de dejar los libros o de terminarlos siempre?


Hace unos meses os hablábamos de las diferencias entre aquellos que apoyan las películas antes que los libros o viceversa. Pero alrededor del mundo de la literatura se pueden hacer aún más categorías. Hoy, como amantes de la lectura, os venimos a hablar de una categoría que pude resultar crucial a la hora de determinar qué tipo de lector eres. Cuando un libro no te resulta tan atractivo como esperabas, ¿lo dejas o lo terminas aunque cueste “sudor y lágrimas”?

Los motivos por los que se puede dejar un libro a la mitad son infinitos, y aunque cueste reconocerlo, casi todos tenemos una mancha en nuestro expediente. Hay algunos que no la tiene, ciertamente serán los menos, pero cuando un libro nos aburre, no nos gusta de lo que trata, no estamos de acuerdo con lo que nos cuenta, o simplemente lo leemos solo muy de vez en cuando, hace que lo dejemos sin terminar.

Ahora bien, ser de un tipo de lector u otro depende no del libro, sino de nosotros. Nuestra personalidad es la que nos hará ser más perseverantes o menos. Convencer a alguien que ha dejado un libro es tan complicado como convencer a alguien que quiere terminarlo que lo deje aunque no le guste.

La perseverancia es una razón para ser un tipo de lector u otro, pero también lo es la impaciencia. Porque aquellos que necesitan el contacto más directo, la saciedad más inmediata, son aquellos que se cansan y dejan los libros a la mitad, sin embargo los más tranquilos y pacientes suelen ser aquellos que no buscan leer por leer y escogen bien lo que quieren leer, porque quieren en todo momento acabarse ese libro y poder sacar provecho de él.

Ahora bien, después de ver algunos de los rasgos de la personalidad de los lectoers, os lanzamos una pregunta, si leer lo hacemos por hobby o por placer, ¿por qué vamos a tener que torturarnos con un libro que no nos gusta? No podemos juzgar a aquellos que dejan los libros a la mitad porque no les gusta, están en su derecho y lo hacen de hecho por una razón lógica.