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El miedo de los lectores ¿prestar un libro?


Los amantes de la lectura y por tanto, nosotros que somos lectores con rutinas concretas, tenemos miedos. Concretamente nosotros como lectores tenemos el miedo a prestar los libros, sí, sí, como leéis, tenemos miedo a prestar libros y si muchos de vosotros sois lectores de verdad compartiréis este miedo con nosotros ¿sabéis las razones?

Es lógico que entre nosotros lectores, tengamos amigos que también aman la lectura, los amantes de la lectura adoran rodearse de personas que también lean. Ahora bien, esa amistad tiene un miedo y la confianza de esa amistad se cuestiona cuando tenemos que prestar un libro, porque aquello de trátalo como si fuese tuyo” no encaja, hay quienes tratan sus libros sin ningún miramiento y por tanto un libro ajeno no debe ser tratado de ese libro.

El miedo de prestar un libro se manifiesta de muy diversas maneras, por ejemplo, si sabes que tu amigo lector es además fumador, te entrará un miedo atroz a que pueda fumar mientras lee. Un gran error, porque leer fumando hace que el libro se impregne de ese olor e incluso tus manos que tienen la nicotina del cigarrillo, manchen las páginas del libro.

Pero existen aún más maneras en las que el miedo a prestar el libro se puede manifestar. Otro ejemplo, es cuando por desgracia nuestros amigos lectores tienen la manía de marcar las páginas, de doblarlas o incluso subrayarlas. Esto se hace con los libros propios pero nunca con los ajenos y por supuesto a nadie le hace gracia tener su libro de vuelta con los pensamientos de otro marcados en cada una de las páginas.

Una de las maneras en las que un miedo a prestar libros se manifiesta de manera más intensa, es cuando sabemos que tu amigo lector puede prestarlo a su vez a otras personas. Es un miedo que supera todas las manifestaciones anteriores, porque en cierto modo incluso las multiplica ya que no solo has de confiar en la persona a la que has prestado sino también en la capacidad de cuidado del resto de sus amigos lectores.

¿Qué nos empuja a leer?


Aquellos que leemos con frecuencia hemos sido víctimas en alguna ocasión de la pregunta de por qué leemos y qué nos empuja a leer. Lo cierto es que nadie tenemos una idea igual a la de los demás para decir por qué leemos, por qué nos gusta leer y qué nos hace sentir la lectura para querer tenerla siempre en nuestro día a día. ¿Qué os atrae de la lectura a vosotros?

Hay quienes dicen que la lectura es simplemente un pasatiempo, una manera más de entretenernos, pero ¿realmente es así? ¿Se trata simplemente de un entretenimiento más? La conexión que nosotros sentimos con la lectura es más profunda que para solo hablar de un entretenimiento más porque en cierto modo, cuando dejamos de leer un libro y seguimos con nuestra vida diaria, nos quedamos dentro de esas historias y hasta que no las retomamos no sentimos que todo continúa.

Muchos lectores hablan de la magia de conocer a muchas personas a través de los libros, personas y personalidades que de otra manera no se hubiesen presentado en su vida. Se dice que para escribir hay que vivir, hay que experimentar, pero es que ¿acaso los grandes escritores no han sido también grandes lectores? Sin duda ellos han podido vivir a través de los libros, han vivido en soledad todo aquello que de otra manera quizás no podrían haber experimentado.

Hay voces que también opinan que leer es lo que nos permite sentirnos libres, lo que hace que vayamos más allá de las fronteras de nuestra mente. A través de los libros podemos pensar y pensando de la manera que el autor de ese libro nos plantea, podemos sentirnos libres, porque nos evadimos de la realidad que tenemos a nuestro alrededor. A través de los libros se desaparece, se aparece en otras realidades y se disfruta de una manera que vas más allá del mero entretenimiento y la diversión.

¿Qué más creéis que nos empuja a leer? ¿Para vosotros es un mero entrenamiento o veis algo más cuando miráis ese libro que os espera en la mesita de noche?

La conexión del séptimo arte y la literatura


En muchas ocasiones hemos hablado e incluso discutido si preferimos los libros o la las películas, si nos compensan más las historias en papel o a través de una pantalla. Sin duda es una pregunta complicada, porque siendo amantes de la lectura nos encantan y entusiasman los libros, pero sin embargo, también sabemos apreciar el séptimo arte, tanto o más cuando esas películas están basadas en libros y novelas famosas. Hoy vamos a hablar la conexión del séptimo arte con la literatura, porque son muchos los ejemplos en los que grandes películas han surgido de grandes ideas de la literatura.

Hace unos años hablábamos de una crisis creativa en la que es la meca del cine, porque los guionistas o solo presentaban ideas que se trataban de segundas partes de grandes éxitos, o por el contrario, presentaban ideas procedentes de libros. Pero no solo en el ámbito del cine veíamos esta escasez de ideas, sino también en el sector de las grandes productoras de series porque en muchas de ellas y seguro tenéis grandes series en la mente, se proponían historias que venían de libros que habían sido todo un éxito.

Esta representación de la literatura en el cine o en la pequeña pantalla, tiene su plasmación más paradigmática en el caso de las películas galardonadas en los Oscars porque al menos la mitad de las películas que han sido galardonadas con un Oscar en la historia del cine, se basan en historias sacadas de novelas famosas. Lo realmente curioso de esto es que muchas personas desconocen que grandes éxitos del cine están basados en grandes novelas.

Ahora bien, la conexión del cine con la literatura no se queda ahí, porque muchos de los actores que han ganado galardones cinematográficos, representaban papeles basados en la vida de grandes escritores. Será porque la vida de los escritores era tan interesante como para dar para una película y encima que fuese reconocida la actuación de quien lo representaba.

Tú y tu escritor favorito


¿Qué nos pasa con nuestros escritores favoritos? ¿Qué relación mantenemos los lectores con los que denominamos nuestros escritores favoritos? No todos tenemos escritores favoritos y por tanto ni mucho menos tenemos que tener los mismos escritores favoritos. Esto hace que en muchas ocasiones la relación que mantenemos con nuestro escritor favorito sea tan distinta a la que otros lectores podrían tener. Porque tú y tu escritor favorito os relacionaréis de una manera muy concreta, pero ¿sabes qué clase de relación puedes tener?

Hay quienes tienen una relación de amor incondicional con su escritor favorito. Todo lo que hace tu escritor favorito es digno de mención y de aplauso, estás prácticamente cegado por el amor que tienes a sus libros y a su manera de escribir. Pero cuidado porque este amor incondicional, debido a la propia fuerza que tiene, se puede tornar en odio fácilmente, porque el amor incondicional se puede evaporar simplemente descubriendo que una de sus novelas no te gusta tanto como las anteriores, o quizás porque descubres una novela de sus primeros inicios en la que no tiene la técnica literaria aún dominada.

También existe el amor al escritor pero no su persona, es una relación especial, porque quienes adoran al escritor pero no a la persona que es suelen fijarse simplemente en sus obras, sin intentar conocer por qué el autor es de una determinada manera u otra. De esta manera, puedes no estar de acuerdo en sus ideas políticas, pero adorar las historias de sus libros.

Por otro lado, también encontramos el amor por aburrimiento, dentro de las relaciones que se pueden dar entre los escritores y los lectores. Estas tan acostumbrado a leer a un determinado escritor que en un determinado momento te aburres de su estilo o encuentras sus historias demasiado repetitivas, aun siendo así te planteas seguir leyendo sus novelas, porque crees que en cada una de sus historias podrás encontrar algo nuevo y no quieres quitarle la etiqueta de ser uno de tus escritores favoritos.

¿Una idea animarte a leer más? La hucha librera


Sabéis que nos encantan todas las ideas que tienen relación con los libros y con la posibilidad de leer más. Por eso, pensando y pensando y dejándonos llevar por las ideas de otros lectores, nos hemos decidido a poner en práctica una idea que nos animará a leer aún más si cabe, se trata de iniciativa que puede surgir en nuestra propia casa para ahorrar y además para hacer que leamos todo aquello que nos apetece sin derrochar ¿nos acompañas a descubrir en qué consiste nuestra idea de la “hucha librera”?

La idea de nuestra “hucha librera” es bastante sencilla solo tendremos que plantearnos la posibilidad de tener una hucha, véase un tarro o incluso una caja de cristal o de cartón para poder guardar un euro, al menos, cuando terminemos un libro, o ponernos una meta cada tanto tiempo. Por ejemplo, poner una cantidad de dinero en ese tarro o en esa hucha cuando nos leamos un libro con tantas páginas, o también si nos leemos un terminado libro en una fecha concreta poner una cantidad mayor. Así cuando termine el año, podremos ir a la librería a hacernos con todos esos libros que tenemos pendientes.

Pero además, unida a esta iniciativa de tener una “hucha librera” podemos prometernos que no compraremos ningún libro hasta que nuestra hucha no llegue a un determinado tope. Será una manera de calmar nuestras ansias lectoras y de leer más y más porque nosotros mismos nos marcaremos las metas.

Sin duda esta idea encaja perfectamente con nuestro perfil de amantes de la lectura y tendremos contentos a todos aquellos que nos dicen que compramos demasiados libros, porque ya no hay excusa, si compramos un libro es para leer, de ahí que nos auto controlemos con una hucha librera, tanto nuestra ansia de tener libros, como tengamos realmente una medida de cuánto y cómo de rápido leemos. ¿Eres de los que devora libros? Seguro que una hucha librera haría que ahorrases y disfrutases de la lectura.

En el día del libro ¿Te consideras un verdadero amante de la lectura?


En este día 23 de abril, día del libro, es lógico que nos preguntemos si somos verdaderos amantes de la lectura. ¿Cómo se puede saber si somos unos auténticos amantes de la lectura? Hay varias características comunes entre todos los amantes de la lectura, porque todos nos dejamos llevar por la misma pasión y eso nos lleva en algunos casos a tener incluso “problemas”, somos tan defensores de la lectura y de la literatura que hay momentos en los que nos podemos sentir totalmente distintos al resto de mortales. ¿Nos acompañáis a descubrir cuáles son esas características que nos definen?

  • La gente nos suele decir que leemos mucho o incluso demasiado.

Pues sí, es un tendencia generalizada porque aquellos que somos amantes de la lectura en más de una ocasión hemos escuchado la típica frase de “no haces nada más que leer”, o “creo que esto es preocupante, lees demasiado” ¿pero y qué podemos hacer si dedicamos mucho tiempo a nuestra pasión?

  • Cuando vamos a viajar, no sabemos decidirnos por un libro en concreto.

Son tantos los libros que queremos leernos que cuando nos disponemos a emprender un largo viaje, no sabemos qué libro llevarnos con nosotros. Siempre dudamos si apostar por un libro ligero o por ese libro que tenemos tantas ganas en leer, pero  no dudamos en llevarnos un libro con nosotros.

  • Nos faltan horas de sueño por culpa de la lectura.

Venga, tenemos que aceptarlo, esas ojeras no son de estar de fiesta sino simplemente de haber estado hasta bien tarde leyendo ese libro tan interesante que hemos empezado. Quedarnos hasta altas horas de la noche leyendo es un tópico más que común entre los amantes de la lectura.

  • Dejamos a un lado otros placeres por el placer de la lectura.

Nos volvemos un poco huraños siendo lectores, porque si eres un auténtico amante de la lectura habrás cancelado alguna vez un plan por simplemente quedarte en casa leyendo. Además, rechazamos la compañía de los demás prefiriendo nuestro libro porque conseguimos aislarnos de todo y por tanto odiamos cuando alguien nos interrumpe en la lectura, ¿o no es así?

Decoraciones literarias


Los grandes amantes de la lectura, como somos nosotros, hemos de llevar nuestra pasión por la literatura a todos los aspectos de nuestra vida. En este sentido, estamos siempre muy atentos a los detalles que podrían hacer que nuestra vida tuviese más carga literaria de la que se le podría dar. De ahí que nos encanten las bolsas literarias, tazas literarias, camisetas literarias, cualquier cosa que tenga ese adjetivo literario, pero lo que podría ser el culmen de toda esta fiebre literaria sería sin duda, una decoración literaria de nuestro dormitorio ¿no creéis?

Las decoraciones literarias de dormitorios están muy de moda, al menos traer algún detalle literario a nuestro dormitorio. Imaginémonos por ejemplo, poder traer la estantería que inspiró a nuestro escritor favorito y recrearla en nuestro dormitorio, o un escritorio estilo al que Victor Hugo tenía para escribir sus libros. En internet podemos curiosear sobre cómo eran los dormitorios de muchos escritores, por lo que sin duda sería realmente perfecto poder coger ideas para decorar literariamente nuestra casa.

Cuando hablamos de decoraciones literarias, no solo debemos pensar en las ideas que puedan venir de los que serían escritores o autores de los libros, sino también en recreaciones de algunas descripciones de los libros. En este sentido, quienes más disfrutan de estas decoraciones literarias basadas en los libros son los niños, porque algunos de ellos pueden disfrutar cuartos sacados de cuentos de hadas, cuartos llenos de fantasía que fomentan su imaginación y hacen que ellos mismos se crean los protagonistas de los libros.

Para muchos de nosotros poder disfrutar de los libros no solo consiste en leer las historias que sus páginas nos cuentan sino que en muchas ocasiones queremos vernos inmersos en esas historias y recordar lo que nos hicieron sentir, de ahí que las decoraciones literarias tengan mucho sentido entre los amantes de la lectura y cada vez más sean motivo de inspiración de muchos decoradores. Se convence por el gusto estético pero también por el gusto literario, una excelente combinación.

El romanticismo de los libros ya leídos


Muchos de vosotros ya sabréis que en ciertas ocasiones nos gusta fijarnos en pequeños detalles de los libros y de la literatura que nos hacen pensar de manera romántica, como si el hecho de fijarnos en esos detalles significase que nosotros mismos somos más especiales. Hoy queremos hablaros precisamente de uno de esos detalles y es concretamente el romanticismo que encierran los libros ya leídos.

¿No os habéis parado a mirar cómo se queda un libro una vez que lo habéis leído? O cuando lo tenéis apenas por la mitad ¿Habéis mirado el color que tienen las hojas que ya habéis leído y las que os quedan por leer en la parte opuesta del lomo del libro?

Hay quienes consideran un sacrilegio que los libros se desgasten y sus esquinas se doblen, las páginas se estropeen, o su portada tenga algún rasguño, pero ¿no es eso lo que realmente les da su propia razón de ser? Porque ¿para que se crean los libros sino es para leerlos? Esos pequeños detalles, siempre y cuando respeten la propia naturaleza de los libros y no nos impidan seguir leyendo, es lo que les da vida, les hace contar su propia historia más allá de la novela que encierran sus páginas.

Cuando hablamos del romanticismo de los libros ya leídos, podemos hablar simplemente de un detalle sobre el desgaste de su lomo y de su portada, o tal vez podemos encontrar casos extremos donde el libro se a doblado sin ningún remordimiento y esa vida ya más que un detalle es un maltrato. Cuidar los libros es importante, pero disfrutar de ellos también, por eso es normal que en ocasiones los libros muestren cierto deterioro, porque llevarlos con nosotros en mochilas o bolsos los desgasta, incluso tenerlos al sol al leer en la playa o en la piscina puede tener sus consecuencias.

En nuestra opinión cada uno debe cuidar sus libros a su manera, aunque el haberlos leído se note más o menos, ahora bien, siempre será distinto cuando los libros sean prestados y no de uno mismo.

¿Y si los libros también pudiesen despertarnos el apetito?


Cuando hablamos de los placeres de la lectura, muchos de nosotros pensamos directamente en el hecho de que los libros nos hagan viajar a otros mundos, y precisamente de esta facilidad hemos hablado en alguna que otra ocasión. Ahora bien, dentro de estos viajes no solo están las descripciones físicas de los lugares, sino que además encontramos descripciones de comidas, de sabores y olores que experimentan los protagonistas de esos libros. En este sentido, hoy nos hemos querido plantear la facilidad que tienen los libros de despertarnos el apetito ¿quién no ha experimentado que su boca salivaba o quizás le daba aún más hambre por leer un pasaje en el que se relatan manjares o comidas suculentas en las páginas de un libro?

A nosotros, como amantes de la lectura, nos ha ocurrido que en más de una ocasión se nos ha despertado el apetito solo de leer las descripciones de comida de una novela. Quizás os haya pasado con libros tan dispares como Inés y la alegría o en Como agua para chocolate, donde a pesar de ser novelas que traten historias muy distintas, se nos habla de cómo sus protagonistas se esmeraban en la cocina.

Pero otra de las ventajas de leer novelas que nos despierten el apetito, es que nos podemos encontrar con la propia historia de la cocina, porque dependiendo del momento histórico en el que se sitúe la novela, podremos encontrar un tipo de comida u otro. Podemos pasar de potajes muy pesados a carne asada con multitud de especias o simplemente una hamburguesa bien acompañada como aparecería en algunas de las novelas actuales. Sin duda un camino que a muchos nos gustaría recorrer y encontrar las pautas para cocinar esas recetas de las novelas de antaño y rescatarlas para traerlas a nuestra mesa.

¿Qué libro os ha abierto el apetito a vosotros? ¿Recordáis alguno con especial cariño pero además en el que se incluyesen las recetas de las comidas que se describían en la novela?

Los libros que dejamos a medias


Parece que el título de la entrada de este domingo, es como una canción melancólica, las cosas que nunca vivimos o los recuerdos que nunca tendremos, casi se puede decir que se acercan al sentimiento de los libros que dejamos a medias. Porque hace meses os hablamos de que dentro de los amantes de la lectura hay dos tipos de lectores, los que terminan sí o sí un libro o los que por el contrario dejan un libro en cuanto se cansan de él. Pero en realidad, debemos de ver una tercera variable entre esos dos tipos, los que dejamos los libros a medias y sin embargo pretendemos retomarlos en algún momento.

Los libros que dejamos a medias son pequeñas espinitas que se nos quedan casi clavadas, a unos más que a otros, porque aquellos que queremos volver a leer los libros, siempre andamos pensando en el cuándo y sino, al menos cuando nos volvemos a tomar con ellos se nos queda ese regusto amargo en la boca de no saber cómo termina, cómo es el final de esa historia.

Siendo amantes de la lectura, nos cuesta hacernos a la idea de dejar los libros a medias, pero a veces ocurre, por el propio libro o por nuestra propia situación, porque simplemente no encontramos tiempo suficiente y nos acabamos aburriendo de la historia, o porque simplemente la historia nos aburre. Tenemos que aceptarlo, aunque la literatura nos encante, no pueden encantarnos todos los libros, ni todos los libros pueden entusiasmarnos. Es lógico, que debido al gusto que desarrollamos por los libros, incluso nos volvamos selectivos y en ciertos momentos rechacemos directamente la idea de enfrentarnos a ese libro y lo dejemos por desidia.

Pero ¿qué hacer cuando queremos retomar un libro que dejamos a medias? Depende del lector y de la situación, porque si hace muchos años que lo dejamos a medias, mejor volver a leerlo con avidez y recordar la historia con todos los detalles para poder recordarla casi con ojos nuevos, pero si hace poco que lo dejamos a un lado, quizás sea mejor seguir por donde lo dejamos. ¿Sabes que vas a hacer ya con ese libro que tienes de manera eterna en la mesita de noche?